jueves, 8 de noviembre de 2007

Me da que los chinos han llegado tarde a la fiesta.... La AIE ve amenazado el suministro de petróleo en 2015


Los consumidores se enfrentarán en 2015 a precios del petróleo más altos y a la posibilidad de que el suministro baje y no llegue a cubrir la demanda. Son dos de las previsiones que ha dado a conocer hoy la Agencia Internacional de la Energía en su informe anual, World Energy Outlook.

Con barriles de petróleo que rondan los 100 euros esta semana, el texto advierte de que la capacidad productiva de los próximos ocho años no sea suficiente para paliar una caída del suministro. El texto elaborado por la Agencia insta a los países a introducir políticas que promocionen una reducción del consumo en 2030.
Y es que, de no moderar el crecimiento constante de la demanda, el precio del petróleo podría alcanzar los 159 dólares en 2030, ha señalado el economista jefe de la AIE, Fatih Birol. "Aunque la suma de nueva capacidad productiva debe crecer en los próximos cinco años, existen dudas de que esto sea suficiente", indica el informe.
Aunque la AIE cree que las reservas de petróleo alcanzan para satisfacer la demanda en 2030, algunos países son escépticos sobre la posibilidad de alcanzar esos niveles de producción debido a que algunos pozos están cerca de alcanzar su capacidad máxima.
La demanda de petróleo crecerá un 1,3% anual, el mismo ritmo previsto en el informe del año pasado, para alcanzar los 116,3 millones de barriles diarios en 2030. Pero si las economías de China e India crecen a un ritmo mayor de lo previsto, la demanda podría ser incluso mayor, de 120 millones de barriles en 2030, provocando un aumento de los precios.
De acuerdo con el informe, los países de todo el mundo tendrían que invertir 22 billones de dólares (15 billones de euros) en infraestructura para el suministro de la energía para soportar la demanda que se espera de aquí al 2030.
El informe enfatiza que es necesario hacer parte de esas inversiones en modos de hacer más eficiente el uso de la energía, lo que además repercutiría en grandes ahorros de dinero por el menor consumo de combustibles, matizó Birol.
Según el informe, la demanda energética crecerá un 55% hasta el 2030, y casi la mitad de ese aumento corresponderá a China y la India.
Nuevos máximos del petróleo
El barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cerró la sesión en 93,24 dólares, después de alcanzar durante la sesión los 94,57 dólares en el Intercontinental Exchange Futures (ICE) de Londres.
El barril de petróleo de Texas cerró la sesión en 96,37 dólares, un 0,34% menos que los máximos alcanzados durante en la jornada del martes, al conocerse que las reservas de crudo en Estados Unidos cayeron en 800.000 barriles, menos de lo previsto por los analistas.

martes, 6 de marzo de 2007

Preguntas de los visitantes del blog

Este post está dedicado íntegramente a responder las preguntas de los que visitáis este blog. Entra en comentarios y deja tus preguntas, responderé lo antes posible

lunes, 12 de febrero de 2007

¿Por qué los políticos no hacen nada?

Dejando de lado obviedades como los intereses económicos, hay varias razones por las que los políticos no hacen nada para evitar el colapso energético:
- No se puede disminuir significativamente el consumo de petróleo en muchas actividades productivas básicas como la agricultura o el transporte de mercancías.
- Si el gobierno de un sólo país o un sólo partido político informase a sus ciudadanos del cénit del petróleo perdería el apoyo de los electores, que sólo quieren oír hablar de “progreso” y de "crecimiento". No no engañemos, todos sabemos que ser político en la sociedad occidental y hablar de austeridad, energía más cara y menos consumo no es una buena idea.
Además, un gobierno no puede oponerse a las políticas conjuntas de los países e instituciones con los que tienen compromisos internacionales, y con los que comparte espacios y objetivos económicos comunes. Tampoco se puede oponer a los intereses de las grandes corporaciones empresariales que operan en sus países.
- El sector privado necesita de elevados niveles de consumo para mantener sus ventas y beneficios, y para ello se vale de la publicidad que estimula a los ciudadanos al consumo.
- Las grandes agencias de noticias y los medios de comunicación están en manos de poderosas empresas multinacionales que tienen inversiones en el sector energético, y si informasen con claridad del cénit del petróleo y de sus consecuencias, podría perderse la confianza en la solidez de la economía, y producirse una brusca caída de la inversión en la bolsa y el derrumbe del sistema financiero. En ese sentido, en ocasiones los medios de comunicación se refieren a otras fuentes de energía como las “energías del futuro”. Este tipo de informaciones impiden concienciar a la población, a la que proporcionan un sentido de seguridad que no se corresponde con la realidad, y que contribuye a promover el aumento de los elevados niveles de consumo energético actuales.
- Si los países desarrollados no frenan sus elevados y crecientes niveles de consumo de petróleo, es complicado que los países en vías de desarrollo como China acepten reducir su consumo, cuando hoy en día su nivel de consumo per cápita es muy inferior al de los países más desarrollados. Esto complica aún más la posibilidad de que empiece a disminuir la suma de la demanda mundial.

domingo, 11 de febrero de 2007

¿Cómo ocurrirá?

Un aumento del precio del petróleo provoca, como primer efecto inmediato, una subida de la inflación ya que se incrementan los costes en, prácticamente, todos los sectores. El petróleo más caro implica carburantes (calefacción, transportes, etc.) también más caros, lo que aumenta el precio en los transportes tanto públicos como privados. Este incremento de costes desencadena una crisis en las industrias productivas que generalmente se traduce en un aumento de la tasa de desempleo. El incremento de los precios del petróleo provoca, como se ha señalado, un aumento en el índice de precios al consumo (IPC), lo que puede provocar una reacción por parte de los bancos centrales de los países desarrollados de elevación del tipo de interés, generándose así otro freno al crecimiento económico.
Según el Profesor Richard Heinberg, tras el cénit cabe esperar los siguientes acontecimientos:
1. Subida de los precios de los combustibles.
2. Aumento del coste de la vida.
3. Aumento de las hambrunas, comenzando por los países pobres.
4. Guerras “preventivas” por hacerse con los recursos en áreas ricas.
5. Derrumbe económico y caos creciente afectando a todo el globo.

6. Tras un período de tiempo se alcanzará una re-estabilización, con una menor población mundial que podrá repartirse los recursos restantes.
Cuando el punto máximo de extracción de petróleo vaya seguido de un constante declive de la producción, la caída de la oferta de petróleo empezará a generar desabastecimiento (entre 2015 y 2025 según muchos investigadores), y comenzará a haber interrupciones generalizadas en el transporte y la economía. Esto se verá acompañado de cortes graduales y permanentes del suministro de combustible para el transporte y la maquinaria industrial, con lo que el comercio mundial declinará substancialmente. Saldrán divisas del país hacia los países productores. Habrá escasez de dinero. Subirán las tasas de intereses por los préstamos. Los gobiernos emitirán más moneda para pagar la importación de energía, con lo que el dinero se devaluará y los precios subirán. Se producirá una virtual reducción de casi toda la actividad comercial y gubernamental, pues no sólo menguará el suministro de petróleo, sino que la escasez y el aumento de los precios dificultarán los intentos de la industria por reconvertir la sociedad hacia otras formas de energía. La agricultura (y en general la producción de alimentos) será uno de los sectores que se verá afectado de forma más rápida y dramática, pues depende en gran medida de los fertilizantes y los productos químicos hechos con petróleo.
Algunos de esos acontecimientos podrían estar empezando a manifestarse de forma más o menos clara en algunas zonas del mundo. Muchos especialistas consideran que estamos viviendo las primeras fases del colapso del petróleo, que está afectando de forma cada vez más clara a la economía norteamericana, la cual según diversos autores podría experimentar una recesión a lo largo de los próximos meses.

Porqué no hay alternativas: fusión nuclear

Es otra fuente de energía de la que se dice que resolverá todos los problemas energéticos mundiales en el futuro. Pero lo cierto es que desde que se planteó inicialmente ya se advertía que no iba a estar disponible al menos antes de pasados unos 50 años, y así se continúa diciendo en la actualidad pese a que han pasado más de 30 desde aquel momento. Son muchas las dificultades que presenta el desarrollo de esta energía para poder utilizarse, de manera que muchos expertos ponen en entredicho la conveniencia de continuar con las enormes inversiones destinadas a su investigación y desarrollo, que podrían suponer un inútil derroche de medios y energía. Las complejidades tecnológicas a superar son muy grandes, pues hace falta alcanzar temperaturas superiores a cien millones de grados para que tenga lugar la reacción de fusión, elaborar materiales que puedan resistir las altas temperaturas y la intensa radiación, confinar una cantidad suficiente de núcleos durante un tiempo lo bastante prolongado como para que la energía liberada sea significativamente mayor que la necesaria para calentar y mantener aislado el combustible y, finalmente, desarrollar dispositivos que capturen la energía generada y la conviertan en electricidad, de manera que de todo el proceso se obtenga un balance energético suficientemente positivo.
Los ecologistas afirman que el ITER producirá de 30.000 a 40.000 toneladas de residuos radiactivos, y emitirá una enorme cantidad de tritio, un elemento radiactivo que causa cáncer, enfermedades congénitas y daños genéticos si lo absorbe el cuerpo humano.El reactor ITER no producirá ninguna electricidad de uso ya que se trata de un mecanismo experimental. Se necesitaran, como mínimo, dos generaciones de reactores experimentales -incluyendo el propio ITER- antes de poder construir un prototipo de reactor comercial, lo que supone, como hemos dicho, unos 50 años. El reactor ITER es puramente experimental y no producirá electricidad, al contrario, la consumirá en grandes cantidades, en torno a 100 Megawatios de potencia de base para refrigerar las bobinas superconductoras que contienen el plasma del reactor y 500 Megawatios para calentar el plasma en pulsaciones de tres segundos varias veces al día, una cantidad de electricidad equivalente a la que consume una ciudad como Tarragona en la misma cantidad de tiempo.
Es decir, no hay ninguna garantía de éxito, pues en palabras de la propia industria energética, en el mejor de los casos, lo máximo que se espera de el ITER es un empate: que el reactor genere al menos tanta energía como la que será necesaria para calentar el hidrógeno a esa temperatura. Los científicos intentarán desarrollar a partir de lo que descubran con el ITER un reactor comercial capaz de producir electricidad. No está claro que sea posible y hay muchos que critican esta arriesgada y cara apuesta. Además, el problema no estaría resuelto, pues se generaría electricidad pero su aplicación en los transportes sería extremadamente compleja, por no hablar de cómo se sustituiría el petróleo para la elaboración de miles de productos de uso cotidiano y harto necesario para nuestra forma de vida.
Dos candidaturas se disputaban el
ITER, Japón y Francia. Cadarache, el definitivo emplazamiento, estuvo peleando hasta las últimas semanas por la sede con la localidad japonesa de Rokkasho-Mura. Durante varios años el proyecto ITER se encontraba bloqueado porque los seis países y organizaciones que lo promueven no habían logrado llegar a un acuerdo sobre el lugar de su emplazamiento, lo que retrasó el avance del proyecto.
En resumen, los plazos son demasiado largos teniendo en cuenta que se nos echa encima una recesión sin precedentes, que podría dificultar enormemente, o imposibilitar la consecución del proyecto. El plazo de construcción del reactor es de 10 años y su explotación de otros 20 años, tras los cuales deberá ser desmantelado, una fase que podría alargarse hasta 40 años. A medio camino, hacia el año 2040, se espera que todo esté en condiciones para que la red eléctrica pueda abastecerse de la energía producida por fusión nuclear. Si tuviera éxito, todavía faltarían pasos importantes y mucho tiempo hasta la llegada de reactores comerciales de fusión nuclear, cuya existencia no se prevé antes de 2050.
Pedro Prieto, miembro de AEREN, Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos, declaraba a propósito del ITER: "Proponen el ITER, y lo llaman DEMO, porque de entrada se reconoce que solo será para demostraciones, ensayos y experimentaciones. Igualmente lo podían haber llamado DEMA, por lo demagógico de su propuesta. Pero eso sí, siguen aplicando la constante de los 50 años. No prometen nada hasta estar seguros de que nadie les podrá reclamar responsabilidades ante la historia; todos los que han recibido las ingentes sumas de dinero para alimentar esa entelequia, estarán muertos para esa fecha."

Porqué no hay alternativas: biomasa y biocombustibles

Los residuos agrícolas y de la explotación maderera han sido y siguen siendo una útil fuente de energía local y renovable para pequeñas comunidades, especialmente en los países pobres, que les permite reducir su dependencia de otras fuentes como el petróleo. También se pueden obtener biocombustibles para los vehículos a partir de aceites vegetales o de desechos forestales que, al igual que en el caso del hidrógeno, se anuncian como “combustibles del futuro”. Pero hay que tener en cuenta que los biocombustibles no tienen las prestaciones de la gasolina y que, una vez más, hace falta mucha energía para todo el proceso de producción (siembra, cuidado, fertilización, regado, cosecha, transporte y procesamiento), energía que en la actualidad se obtiene del petróleo.
Además, hay que considerar que si se extendiesen por todo el mundo los cultivos de tal manera que los biocombustibles pudieran reemplazar significativamente al petróleo en los transportes, la cantidad de tierra fértil necesaria sería inmensa, lo que agravaría los problemas de hambre y desertización ya existentes. El mercado no atiende a necesidades, por lo que se podría dar el caso de que en muchos países se empezara a sustituir cultivos destinados a la alimentación humana por otros destinados a “alimentar” coches, que los ciudadanos del Primer Mundo podrían pagar a mejor precio del que podrían ofrecer los habitantes de los países de origen para comprar alimentos básicos para subsistir.
El empleo de la biomasa tiene varios inconvenientes:
· Los rendimientos de las calderas de biomasa son algo inferiores a los de las que usan un combustible fósil líquido o gaseoso.
· La biomasa posee menor densidad energética, o lo que es lo mismo, para conseguir la misma cantidad de energía es necesario utilizar más cantidad de recurso. Esto hace que los sistemas de almacenamiento sean, en general, mayores.
· Los sistemas de alimentación de combustible y eliminación de cenizas son más complejos y requieren unos mayores costes de operación y mantenimiento (respecto a las que usan un combustible fósil líquido o gaseoso). No obstante, cada vez existen en el mercado sistemas más automatizados que van minimizando este inconveniente.
· Los canales de distribución de la biomasa no está tan desarrollados como los de los combustibles fósiles (sólo aplicable en el caso de que los recursos no sean propios).
· Muchos de estos recursos tienen elevados contenidos de humedad, lo que hace que en determinadas aplicaciones puede ser necesario un proceso previo de secado.
Con respecto al uso de biomasa, en los países industrializados aún no se ha establecido su viabilidad económica, y ningún país del mundo la usa en gran escala. En muchos países en desarrollo se la utiliza en forma no comercial pero a costa de serios problemas derivados de la deforestación y desertificación de grandes zonas geográficas con los consiguientes desequilibrios ecológicos, por lo que no se la considera un posible sustituto masivo de los combustibles fósiles.
Los biocombustibles también presentan otras desventajas:
- En su producción se emplean, entre otras fuentes de energía, combustibles fósiles, cada vez menos disponibles.
- El coste de producción de los biocombustibles dobla, aproximadamente, al del de la gasolina o gasóleo (sin aplicar impuestos). Por ello, no son competitivos sin ayudas públicas.
- Se necesitan grandes espacios de cultivo, dado que del total de la plantación sólo se consigue un 7% de combustible. En España, habría que cultivar un tercio de todo el territorio para abastecer sólo la demanda interna de combustible.
- Potenciación de monocultivos intensivos, con el consiguiente uso de pesticidas y herbicidas.
- El combustible precisa de una transformación previa compleja. Además, en los bioalcoholes, la destilación provoca, respecto a la gasolina o al gasóleo, una mayor emisión en dióxido de carbono. - Su uso se limita a un tipo de motor de bajo rendimiento y poca potencia

Porqué no hay alternativas: solar, eólica, mareomotriz y geotérmica

Las energías solar y eólica significan respectivamente tan sólo el 0,5% de la producción energética mundial, pese a que están fuertemente subvencionadas. Las restantes energías renovables, como la mareomotriz o la geotérmica, todavía suponen menos. Las energías renovables presentan diversas dificultades, pues la energía que proporcionan varía mucho de unas zonas a otras, es muy dependiente de las condiciones externas -atmosféricas, transcurso del día y la noche, etc.-, no se puede almacenar o transportar tan fácilmente como el petróleo o el gas natural - las baterías son caras y voluminosas y se desgastan al cabo de 5 a 10 años-, y su implantación masiva requeriría una gran ocupación de espacios sobre los que se generarían diversos impactos. Además de todo ello, para su implantación estas energías necesitan del petróleo, que ha sido quien ha posibilitado su incipiente desarrollo, al utilizarse tanto como materia prima, como en forma de energía requerida para construir la infraestructura que llevan aparejada, y la fabricación, almacenaje y transporte de los materiales empleados. Estas energías renovables, no sólo habrían de ir cubriendo la actual aportación de los combustibles fósiles a medida que la disponibilidad de éstos se vaya reduciendo, sino que también deberían abastecer el fuerte incremento de la demanda, salvo que se aplicasen medidas de ahorro que, como hemos visto, resultan muy complicadas. A esto se une que para implantarlas se requiere energía y materiales que cada vez serán más escasos y caros debido a la menguante disponibilidad y el encarecimiento del petróleo.
En resumen, la energía solar y eólica han mostrado, hasta ahora, ser poco competitivas económicamente, y se necesita todavía mucho desarrollo para reducir los costos. Un ejemplo de esto nos lo da Ignacio Nieto, ingeniero industrial que participó en la elaboración del Plan de la Energía de Cataluña: “si tuviéramos que producir toda la electricidad que se consume en Cataluña con placas fotovoltaicas, ocuparían una superficie de 100 km de largo por 12 de ancho. Y seguiríamos teniendo un problema los días nublados”.

Porqué no hay alternativas: hidroeléctrica

El poder hidroeléctrico actualmente aporta tan sólo el 2.2% del suministro de la energía global, y presenta pocas posibilidades de aumentar significativamente su porcentaje en el total del consumo energético mundial, y menos de solucionar las necesidades de transporte y fabricación de objetos de uso diario e imprescindible.
La construcción de grandes presas también requiere de energía que se obtiene del petróleo y representa siempre un gran impacto para las áreas afectadas, tanto desde el punto de vista ecológico como humano, por la cantidad de personas desplazadas de sus zonas de origen, problemas que se agravarían si se tratase de incrementar la producción de esta fuente de energía.

Porqué no hay alternativas: fisión nuclear

Aunque la energía nuclear lleva siendo abandonada globalmente desde hace años, ahora se promueve como solución para compensar el cénit del petróleo, lo que resulta técnicamente imposible y presenta numerosos factores de riesgo:
1. Cuantos más reactores haya, mayor será el riesgo de accidentes y de ataques terroristas a instalaciones nucleares. La seguridad sigue siendo uno de los principales problemas. El accidente de Three Mile Island la puso en cuestión y el de Chernóbil clavó la puntilla.
2. El enorme coste (energético y económico) tanto para la construcción y desmantelamiento de cada reactor como para la extracción del uranio, su refinado, tratamiento químico, transporte, almacenamiento, medidas de seguridad, etc.
3. Sólo para sustituir a las actuales fuentes de electricidad no nuclear se necesitarían unas 1,000 centrales nucleares nuevas, y aún así no resolverá el problema de la obtención de energía para sustituir al petróleo en los transportes.
4. La minería del uranio genera multitud de problemas medioambientales.
5. A lo largo de la vida útil de una central nuclear se generan residuos que son radiactivos durante milenios, y aún no se han encontrado soluciones definitivas para su almacenamiento. La solución a este grave problema requerirá sin duda de mucha energía para construir cementerios nucleares suficientemente seguros. Este problema se agravaría con un incremento de la producción nuclear.
6. El desarrollo de la energía nuclear acrecentaría las tensiones internacionales, pues Occidente, por su propia seguridad, no acepta que todos los países puedan enriquecer uranio y desarrollar centrales y tecnologías propias. Pero si sólo unos pocos países desarrollan la energía nuclear se tendería a una situación injusta, en la que la mayoría de los países dependerían energéticamente de unos pocos.
7. El poder nuclear no llegaría a tiempo antes del cénit del petróleo, pues construir un gran número de centrales requiere un amplio período de tiempo.
8. El uranio también posee una cresta de Hubbert, con unas reservas finitas y muy limitadas, que al consumo actual - 440 centrales que aportan el 6,8 % de la energía primaria global- se estima que alcanzarán para unos 70 a 100 años más, y que el cénit se producirá en un plazo de aproximadamente unos 25 años. Estos plazos se acortarían si se pusieran en funcionamiento masivamente centrales por todo el mundo (sin petróleo, de aquí a 2050 habría que cuadriplicar el número de centrales para mantener su actual cuota de producción de electricidad).
Ha habido intentos para solucionar el problema de las reservas de uranio, mediante proyectos que utilizaban mucha menos cantidad. Un informe del Instituto Tecnológico de Massachussets considera, sin embargo, que estos prototipos no están suficientemente probados. Marcel Coderch, de AEREN, recuerda el caso del prototipo Superphenix, construido en Francia, que, después de 9 años de preparación, sólo pudo estar acoplado a la red 10 meses. No funcionó bien, tuvo problemas de seguridad y fue clausurado en 1997. Su desmantelamiento costará 9000 millones de euros sin haber llegado a producir apenas electricidad.

Porqúe no hay alternativas: gas

El gas natural proporciona actualmente el 20% del suministro energético global. Al igual que en el caso del carbón y del petróleo, la producción de gas contribuye al efecto invernadero y también sigue una curva de Hubbert, cuyo cénit se estima que se alcanzará en torno al año 2020, fecha que se adelantaría si se incrementase la extracción de gas para sustituir al petróleo. Debido a las características geológicas de los yacimientos de gas natural, la curva de declive es más pronunciada, de forma que cuando se alcance el cénit, el descenso será más rápido que en el caso del petróleo.
El agotamiento del gas ya es un grave problema en EE.UU., cuya producción de electricidad se basa en esta fuente de energía, y donde la demanda está superando al suministro, que apenas se está logrando mantener pese a la gran cantidad de pozos nuevos que se perforan cada año. La escasez de gas constituye un reto para la sociedad y la economía de los EE.UU., pues desde Norteamérica no es fácil acceder a través de gaseoductos a las reservas de otros continentes.
Pese a que esta situación ya viene generando una subida de precios en los últimos años, la demanda de electricidad en el país con mayor consumo de energía per cápita del mundo continúa en ascenso.Además las centrales de gas son responsables de gran parte de emisiones contaminantes.

Porqué no hay alternativas: carbón

El carbón supone actualmente el 24% de los suministros energéticos mundiales, pero un incremento en su producción conllevaría diversos problemas:
1. Es del 50% al 200% más pesado que el petróleo por unidad de energía.
2. La minería del carbón es muy destructiva con las áreas donde se desarrolla, por lo que su incremento llevaría más tierras a la ruina.
3. En contraste con el petróleo y los combustibles que se obtienen del gas natural, regular el nivel al cual se quema el carbón es difícil, por lo que para producir electricidad se pierde la mitad de su volumen de energía.
4. La extracción del carbón precisa energía tanto para el uso de maquinaria de perforación como para la del transporte, energía que se obtiene del petróleo.
5. Las centrales térmicas generan emisiones de gases y partículas causantes de la lluvia ácida y que contribuyen al efecto invernadero y al cambio climático. Este problema se agravaría con un incremento del uso del carbón, con consecuencias desastrosas para el medio ambiente.
6. Los combustibles líquidos del carbón son muy ineficientes y requieren grandes cantidades de agua.
7. También el carbón tiene una curva de Hubbert, de forma que aunque hay reservas probadas para unos 200 años, si se aumenta el uso del carbón para sustituir al petróleo y/o al gas, éstas durarían menos y el cenit de la producción mundial del carbón se adelantaría.

8. No es aplicable a la red de transportes ni suministra una materia prima tan polivalente como el petróleo.

Porqué no hay alternativas: hidrógeno

El hidrógeno no es una fuente de energía, sino un vector energético, es decir, en él se almacena la energía producida por fuentes primarias de energía. Esta producción es, además, deficitaria, pues se necesita más energía para su fabricación que la que después proporciona. Sin embargo, se habla de él como “el combustible del futuro” para nuestros vehículos, pues una vez producido se trata de un combustible líquido, como el petróleo, y no contaminante, por lo que en principio se puede utilizar como sustituto de éste para mover vehículos. Pero si es complicado que las energías renovables puedan contribuir significativamente a la producción de electricidad, imaginemos lo que supondría que además tuvieran que producir la energía necesaria para fabricar hidrógeno en cantidades suficientes para sustituir al petróleo en el transporte mundial. El hidrógeno presenta otros problemas técnicos, pues ocupa de cuatro a once veces el volumen de la gasolina o el diesel, necesita mantenerse a temperaturas muy bajas (esto también requiere energía) y los actuales vehículos no están preparados para su utilización, por lo que si todas las dificultades que presenta se pudieran salvar, haría falta una adaptación de todo el sistema de transporte mundial que se debería llevar a cabo antes de que comience la escasez de petróleo.
Como he dicho, el hidrógeno es el elemento más simple y se escapa de cualquier recipiente, sin importar lo fuerte o aislado que se encuentre. Por esta razón, el hidrógeno siempre se evaporará en los depósitos de almacenamiento, a un ritmo de al menos un 1,7 por ciento diario. Además, el hidrógeno es muy reactivo. Cuando el gas de hidrógeno entra en contacto con superficies de metal se descompone en átomos de hidrógeno, que son tan pequeños que pueden penetrar el metal. Esto provoca cambios estructurales que hacen que el metal se haga quebradizo. El mayor problema, quizá, para el transporte del hidrógeno destinado a las células de combustible es el tamaño de los depósitos. Se necesita un volumen de 238.000 litros de hidrógeno, en forma gaseosa, para reemplazar la capacidad energética que contienen 20 galones de gasolina.
En la Conferencia de la Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo (ASPO) en París, en mayo de 2003, una conclusión generalmente aceptada por casi todos los asistentes fue que el hidrógeno, al contrario que las promociones populares confortablemente aceptadas por escritores como Jeremy Rifkin, no es una solución ni a corto ni a largo plazo, debido a sus costes intensivos de producción, las ineficacias energéticas inherentes, la falta de infraestructuras y otros aspectos impracticables. En nombre de Daimler Chrysler, que reconoció el cénit del petróleo sin conclusión alguna, aunque reconocieron que habían investigado extensivamente sobre los vehículos de hidrógeno, el Dr. Jorg Wind dijo a la Conferencia que su compañía no veía el hidrógeno como una alternativa viable a los motores de combustión interna basados en el petróleo.

Porqué no hay alternativas

Existen alternativas, pero su desarrollo depende de la disponiblidad de petróleo, y no pueden reemplazar la enorme cantidad de energía que éste suministra.
Según el profesor Richard Heinberg, de la New College of California, hay varias razones por las cuales las alternativas energéticas no pueden suplir al petróleo:
1) Ninguna de estas energías puede reemplazar al petróleo en facilidad de distribución y rendimiento energético
2) Todas estas energías tienen límites de eficiencia, o límites en su distribución, o riesgos en su empleo (que en comparación el petróleo no tiene)
3) El sistema de distribución energética planetario está en función del crudo y optimizado para él. Pasar a otras fuentes de energía implica la reconversión de este esquema de distribución, y también de reelaboración de productos, procesos e industrias enteras
4) Todo esto implicaría cambios sociales que llevan su tiempo. Imponer una nueva tecnología lleva 20-30 años, pero además hay que pensar en la reconversión del entorno energético completo. Si estamos en el Peak, ya es tarde: se calcula que los efectos violentos de la crisis empezarían para aproximadamente 2015
5) "La acción del mercado" no es confiable ni lógica pues depende de los intereses de los inversores, no del cuidado del bien común. A los inversores posiblemente les convenga concentrarse en apuntalar hasta el límite el esquema energético petrolero, que ya está creado, con gasto de infraestructura mínimo, y que por eso requiere menos inversión. ¿Y qué problema hay mientras haya clientes que paguen? Cuando todo se derrumbe, posiblemente la energía alternativa sea opción, pero probablemente sea una opción implementada a medias: las nuevas energías necesitan energía para su desarrollo e implementación, energía que en el momento crítico será escasa.
6) Nuestra mentalidad toma como axioma la existencia de energía barata, de consumo ilimitado. No acepta la existencia de límites y umbrales. Reconvertir el patrón energético de nuestra civilización en función de esos límites implica en el fondo cambiar la sociedad, la economía, la organización política, pues todas dependen de ese patrón.

sábado, 10 de febrero de 2007

¿Es que no podemos vivir sin petróleo?

El combustible que emplean coches, aviones o camiones para desplazarse; el gasóleo que alimenta la calefacción; el asfalto que cubre carreteras, autovías y autopistas; los plásticos empleados para la fabricación de ordenadores, juguetes, electrodomésticos, envases, etc... son sólo algunos de los productos que se obtienen directa o indirectamente del petróleo, y tal variedad de usos hacen que, hoy por hoy, vivir sin el oro negro sea una quimera.
Del petróleo se dice que es el recurso energético más importante en la historia de la humanidad; un recurso natural no renovable que aporta la mayor parte, un 40% del total de la energía que se consume en el mundo. Según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de productos petrolíferos (CORES), sólo en nuestro país el consumo de productos petrolíferos en 2001 fue de 68’9 millones de toneladas, con un incremento de 2’6 millones de toneladas, un 4%, respecto a 2000. La demanda mundial de petróleo ascendía en 2001 a 76 millones de barriles por día, en 2007, a casi 86, y se prevé que antes de 2030 su consumo aumente un 60%, lo que permite comprender la gran dependencia que la economía mundial tiene del oro negro.
Como he dicho, cualquier incremento en el precio del crudo –se trata de uno de los sectores más imprevisibles de la economía mundial- ejerce un efecto dominó sobre el resto de la cadena económica, provocando una caída del consumo y un aumento de la inflación. Aparte de los efectos que el aumento del precio del petróleo tiene sobre su demanda, lo más alarmante es el impacto del precio de los productos energéticos sobre el índice de precios al consumo (IPC), uno de los indicadores más vigilados por los bancos centrales de los países desarrollados. En la medida en que el alza de los precios del petróleo se refleje en un aumento generalizado de los precios, los bancos centrales reaccionarán elevando las tasas de interés, lo cual termina frenando la expansión económica.
Si el precio del barril de petróleo sube, aumenta el precio de los carburantes, de los gasóleos de calefacción e industriales (transporte, agricultura, aviones, etc.), se incrementa el precio del transporte público y privado, e incluso se disparan los costes de producción de las empresas.
Además, el debate sobre qué hacer despues del fin del petróleo muchas veces se centra sólo en el aspecto energético, olvidando que la sociedad industrial depende también de un producto irreemplazable, sin el que nuestra forma de vida se vería alterada por completo: el plástico.
Y es que el petróleo es imprescindible para la civilización del eterno crecimiento, no sólo por su uso como fuente de energía, sino por su utilización en, por ejemplo:
- Asfaltos: para producir pavimentos y como material sellante en la industria de la construcción.
- Ceras parafínicas: materia prima para fabricar velas y similares, ceras para pisos, fósforos, papel parafinado, vaselinas, etc.
- Polietileno: materia prima para la industria del plástico en general.
- Ácido nafténico: sirve para preparar sales metálicas tales como naftenatos de calcio, cobre, zinc, plomo, cobalto, etc., que se aplican en la industria de pinturas, resinas, poliéster, detergentes, tensoactivos y fungicidas.
- Xilenos mezclados: utilizados en la industria de pinturas y de insecticidas.
- Alquilbenceno: se usa en la industria de todo tipo de detergentes, para elaborar plaguicidas, ácidos sulfónicos y en la industria de curtientes.
- Azufre: se usa en la vulcanización del caucho, fabricación de algunos tipos de acero y preparación de ácido sulfúrico.
- Queroseno: para estufas domésticas y equipos industriales.
- Disolventes alifáticos: sirven para la extracción de aceites, pinturas, pegantes y adhesivos; para la producción de thinner, gas para quemadores industriales, elaboración de tintas, formulación y fabricación de productos agrícolas, de caucho, ceras y betunes, y para limpieza en general.
- Bases lubricantes: es la materia prima para la producción de los aceites lubricantes.
- Benceno: sirve para fabricar ciclohexano.
- Ciclohexano: es la materia prima para producir caprolactama y ácido adípico con destino al nylon.
- Tolueno: Se usa como disolvente en la fabricación de pinturas, resinas, adhesivos, pegantes, thinner y tintas, y como materia prima del benceno.

¿Alguien puede decirme con qué vamos a hacer carreteras, envases, plaguicidas, cubiertas
de aparatos electrónicos, cueros
sintéticos, detergentes, productos
de limpieza, cosméticos, pinturas,
lubricantes, PVC, fertilizantes
agrícolas, medicamentos, aislantes,
asfaltos, fibras sintéticas para la
ropa, muebles, botellas, pañales,
ordenadores, cámaras de fotos,
baterías, gafas, lentillas, champús,
teléfonos móviles, pastas de dientes,bolígrafos, neumáticos? Sencillamente, sin petróleo no hay forma de hacer todo esto. Fíjate en todo lo que te rodea y verás como nuestra dependencia del oro negro no es sólo energética.

viernes, 9 de febrero de 2007

¿Por qué ocurrirá?

Porque dependemos totalmente del petróleo, y es un recurso agotable: cuanto más se produce, menos queda en la tierra y resulta más difícil extraer el restante. No nos quedaremos “sin petróleo”; una enorme cantidad seguirá todavía fluyendo, pero no la suficiente como para cubrir la demanda. Y como cualquier economista puede aseverar, cuando la oferta cae antes que la demanda, suceden cosas malas.
A medida que la producción caiga por el precipicio, los precios no sólo aumentarán; se pondrán por las nubes. Si nuestra dependencia del petróleo no se ha reducido drásticamente para entonces, la economía global se deslizará por una pendiente hacia una recesión tan severa que hará parecer a la Gran Depresión un simple ensayo. El petróleo dejará de ser un combustible viable, algo muy descorazonador en un mundo en el que el petróleo constituye el 40% de todo el consumo de energía y cerca del 90% de todo el combustible para transporte. Las reacciones políticas serán desesperadas. Las economías industriales, hambrientas de energía, comenzarán a sacarlo de cualquier fuente disponible (presumiblemente el carbón), a pesar de las consecuencias ecológicas. Y lo peor es que la competencia por los suministros de petróleo restantes se intensificarán, conduciendo a un nuevo tipo de conflicto político: la guerra de la energía.
Hoy es la producción de los pozos lo que está en declive. Aunque los Estados Unidos c
onsigan imponer su hegemonía en todos los campos petrolíferos del mundo (Rusia aparte), su ejército y su tecnología no podrán nada contra el empobrecimiento del petróleo convencional que se acerca. De todas formas, queda demasiado poco tiempo para sustituir un fluido tan barato de producir, tan energético, de tan fácil empleo, tan fácil de almacenar y transportar, de usos tan variados (doméstico, industrial, carburante, materia prima...), y reinvertir, en menos de diez años, la monstruosa cantidad de dinero necesaria para sustituir el petróleo por otra fuente de abundancia que, además, no existe.