Porque dependemos totalmente del petróleo, y es un recurso agotable: cuanto más se produce, menos queda en la tierra y resulta más difícil extraer el restante. No nos quedaremos “sin petróleo”; una enorme cantidad seguirá todavía fluyendo, pero no la suficiente como para cubrir la demanda. Y como cualquier economista puede aseverar, cuando la oferta cae antes que la demanda, suceden cosas malas.
A medida que la producción caiga por el precipicio, los precios no sólo aumentarán; se pondrán por las nubes. Si nuestra dependencia del petróleo no se ha reducido drásticamente para entonces, la economía global se deslizará por una pendiente hacia una recesión tan severa que hará parecer a la Gran Depresión un simple ensayo. El petróleo dejará de ser un combustible viable, algo muy descorazonador en un mundo en el que el petróleo constituye el 40% de todo el consumo de energía y cerca del 90% de todo el combustible para transporte. Las reacciones políticas serán desesperadas. Las economías industriales, hambrientas de energía, comenzarán a sacarlo de cualquier fuente disponible (presumiblemente el carbón), a pesar de las consecuencias ecológicas. Y lo peor es que la competencia por los suministros de petróleo restantes se intensificarán, conduciendo a un nuevo tipo de conflicto político: la guerra de la energía.
Hoy es la producción de los pozos lo que está en declive. Aunque los Estados Unidos consigan imponer su hegemonía en todos los campos petrolíferos del mundo (Rusia aparte), su ejército y su tecnología no podrán nada contra el empobrecimiento del petróleo convencional que se acerca. De todas formas, queda demasiado poco tiempo para sustituir un fluido tan barato de producir, tan energético, de tan fácil empleo, tan fácil de almacenar y transportar, de usos tan variados (doméstico, industrial, carburante, materia prima...), y reinvertir, en menos de diez años, la monstruosa cantidad de dinero necesaria para sustituir el petróleo por otra fuente de abundancia que, además, no existe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario