- No se puede disminuir significativamente el consumo de petróleo en muchas actividades productivas básicas como la agricultura o el transporte de mercancías.
- Si el gobierno de un sólo país o un sólo partido político informase a sus ciudadanos del cénit del petróleo perdería el apoyo de los electores, que sólo quieren oír hablar de “progreso” y de "crecimiento". No no engañemos, todos sabemos que ser político en la sociedad occidental y hablar de austeridad, energía más cara y menos consumo no es una buena idea.
Además, un gobierno no puede oponerse a las políticas conjuntas de los países e instituciones con los que tienen compromisos internacionales, y con los que comparte espacios y objetivos económicos comunes. Tampoco se puede oponer a los intereses de las grandes corporaciones empresariales que operan en sus países.
- El sector privado necesita de elevados niveles de consumo para mantener sus ventas y beneficios, y para ello se vale de la publicidad que estimula a los ciudadanos al consumo.
- Las grandes agencias de noticias y los medios de comunicación están en manos de poderosas empresas multinacionales que tienen inversiones en el sector energético, y si informasen con claridad del cénit del petróleo y de sus consecuencias, podría perderse la confianza en la solidez de la economía, y producirse una brusca caída de la inversión en la bolsa y el derrumbe del sistema financiero. En ese sentido, en ocasiones los medios de comunicación se refieren a otras fuentes de energía como las “energías del futuro”. Este tipo de informaciones impiden concienciar a la población, a la que proporcionan un sentido de seguridad que no se corresponde con la realidad, y que contribuye a promover el aumento de los elevados niveles de consumo energético actuales.
- Si los países desarrollados no frenan sus elevados y crecientes niveles de consumo de petróleo, es complicado que los países en vías de desarrollo como China acepten reducir su consumo, cuando hoy en día su nivel de consumo per cápita es muy inferior al de los países más desarrollados. Esto complica aún más la posibilidad de que empiece a disminuir la suma de la demanda mundial.
- Si el gobierno de un sólo país o un sólo partido político informase a sus ciudadanos del cénit del petróleo perdería el apoyo de los electores, que sólo quieren oír hablar de “progreso” y de "crecimiento". No no engañemos, todos sabemos que ser político en la sociedad occidental y hablar de austeridad, energía más cara y menos consumo no es una buena idea.
Además, un gobierno no puede oponerse a las políticas conjuntas de los países e instituciones con los que tienen compromisos internacionales, y con los que comparte espacios y objetivos económicos comunes. Tampoco se puede oponer a los intereses de las grandes corporaciones empresariales que operan en sus países.
- El sector privado necesita de elevados niveles de consumo para mantener sus ventas y beneficios, y para ello se vale de la publicidad que estimula a los ciudadanos al consumo.
- Las grandes agencias de noticias y los medios de comunicación están en manos de poderosas empresas multinacionales que tienen inversiones en el sector energético, y si informasen con claridad del cénit del petróleo y de sus consecuencias, podría perderse la confianza en la solidez de la economía, y producirse una brusca caída de la inversión en la bolsa y el derrumbe del sistema financiero. En ese sentido, en ocasiones los medios de comunicación se refieren a otras fuentes de energía como las “energías del futuro”. Este tipo de informaciones impiden concienciar a la población, a la que proporcionan un sentido de seguridad que no se corresponde con la realidad, y que contribuye a promover el aumento de los elevados niveles de consumo energético actuales.
- Si los países desarrollados no frenan sus elevados y crecientes niveles de consumo de petróleo, es complicado que los países en vías de desarrollo como China acepten reducir su consumo, cuando hoy en día su nivel de consumo per cápita es muy inferior al de los países más desarrollados. Esto complica aún más la posibilidad de que empiece a disminuir la suma de la demanda mundial.